Nos adentramos en la vida de la artista Maria Lassnig de una forma muy particular. La pintora austriaca toma vida en la película siempre a través de la misma actriz, desde su niñez hasta su avanzada vejez, sin cambios ni maquillaje. De forma no cronológica, vemos a su alrededor los cambios de su obra, espacios y vida material, pero su semblante sigue siendo el mismo. Se configura entonces una comunicación entre-edades y entre-tiempos que refleja una vida interna alejada de la edad biológica en la que vemos tanto padecimientos como aciertos económicos, el vigor de la juventud y las disminuciones de la vejez.

En una apuesta híbrida entre lo documental, que son las fotos de las pinturas que van apareciendo, y una pequeña entrevista, y la arriesgada apuesta de ficción, se construye un retrato que supera lo tradicionalmente histórico y avanza hacía una suerte historia del espíritu, dónde también se retratan los miedos, la relación del cuerpo con el lienzo, las tensiones de poder en el mundo del arte y los encuentros poéticos con animales. La música y los colores están también en consonancia con su trabajo pictórico, generando una cercanía con la vida interna de la pintora, ósea, de sus obras. Nos acercamos tanto que casi la podemos ver a nuestro lado, durmiendo con un tigre.

María Alejandra Buelvas