El fármaco produce la grieta a través de la cual el sueño se filtra en la vigilia y la alucinación permite al inconsciente ver la luz del día. Reflejando una síntesis entre la fachada y el patio, el alucinógeno muestra el interior de la casa, tanto los objetos que no han sido expuestos, como los que se han ido albergando, con el tiempo, en la habitación del olvido expresado en imágenes surrealistas. PEPOS logra proyectar ese interior: no solo el de jóvenes bogotanos experimentando con psicoactivos en los 80s, sino, más especialmente, los rincones de la casa del No futuro que, a pesar de cambiar de fachada con el paso del tiempo, sigue habitada por sujetos cargando con el peso de sus existencias, deshaciendo el umbral que separa a la noche del día, para que siempre sea el mismo día. Frente a un mundo constantemente abrumador y horroroso, parece sensato sentarse en la banca de un parque cualquiera, con el único propósito de engañar a los sentidos haciéndoles olvidar el tránsito de los días. Con la suma de estos elementos y una cámara capaz de captar los movimientos asincrónicos e inesperados de la realidad, Pepos retrata ese mundo interior olvidado, con música y surrealismo. En esta edición celebramos el 40 aniversario de su premiación en el FICCI de 1984 proyectando la versión restaurada de la ópera prima de Jorge Aldana.

Andrés Higuera