INVITADOS ESPECIALES
2016
Viktor Kossakovsky
La obra del director ruso Viktor Kossakovsky nos recuerda que el cine, como la vida, es irrepetible e impredecible. La observación y el acontecimiento confluyen en cada una de sus películas, las cuales podríamos catalogar como poesía de lo real. Su mirada privilegia el detalle y las composiciones en donde lo estático toma un carácter atípico. La sutileza del humor, su humanidad y, sobre todo, su fe en la espontaneidad, es lo que hace de su obra una experiencia inolvidable.
Sharunas Bartas
Gaspar Noé
Gaspar Noé (Buenos Aires, 27 de diciembre de 1963) es un guionista y director de cine argentino radicado actualmente en Francia, lugar donde estudió cine y ha realizado la mayoría de sus largometrajes. En la industria cinematográfica ha trabajado como camarógrafo, y productor.
El estilo cinematográfico de Gaspar Noé es uno muy particular, en el cual la violencia surge como pilar fundamental de su impronta como director. Noé, a través de su cinematografía, sumerge a su público hacia la violencia natural (propia y destructora) del ser humano en su máxima expresión de realidad. Considerado su estilo como “poco digerible” por algunos espectadores y críticos especializados, el director argentino- francés se destaca también por llevar esta violencia de manera extrema y explícita, potenciando así la sensación de desagrado y desconcierto nunca antes llevadas a la pantalla grande. Por otro lado, se puede mencionar su claro interés en llevar historias sencillas y cotidianas para luego cargarlas de una dosis extrema de violencia, tomando como eje principal a los seres humanos como entes generadores de violencia extrema y destructora. La violencia también se expande hacia lo psicológico y social, mostrando la violencia de carácter social que sufren ciertos sectores marginados de la sociedad contemporánea.
Luis Ospina
Luis Ospina (Cali, Colombia, 1949 – 2019)
Estudió cine en USC y UCLA. Formó parte del Grupo de Cali junto con Carlos Mayolo y Andrés Caicedo, Ha dirigido dos largometrajes de ficción, “Pura sangre” (1982) y “Soplo de vida” (1999), y ha realizado siete largometrajes documentales, así como una veintena de cortometrajes documentales y argumentales, entre los cuales se destacan “Agarrando pueblo” (1978), “Andrés Caicedo: unos pocos buenos amigos” (1986), “La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo” (2003).
Se desempeñó en el campo de la crónica cinematográfica en revistas. Además, su trabajo fue premiado en los festivales internacionales de Oberhausen, Biarritz, La Habana, Sitges, Bilbao, Lille, Miami, Lima, Caracas y Toulouse.
Con este tributo el FICCI reconoce al amigo y al maestro, al hombre de cine que es referencia ineludible de varias generaciones, al ácido y al escéptico, al caballero que le ha dado estatura y dignidad a todo lo que ha tocado. Películas suyas y películas de otros, seleccionadas por su ojo cinéfilo, hacen parte de este gesto de gratitud.
Brillante Mendoza
Brillante Mendoza irrumpió en el cine mundial hace apenas una década, con una personalidad singular y la potencia en la mirada de aquellos que, como si vinieran de un mundo extraño, ven las cosas por primera vez. El director, nacido en Filipinas en 1960 y quien durante veinte años trabajó como diseñador de producción y director de arte, venía a su vez cargado con las voces y susurros de la tradición. La prodigiosa acumulación de personajes, lugares, objetos, fuerzas de la naturaleza, emociones, costumbres que pueblan sus películas lo revelan como un agudo y compasivo observador de la vida, consciente de su lugar en ese universo y dotado de las herramientas del artista para hacer comprensible –y hermoso– lo que en manos de otros serían un amontonamiento de caos sin sentido. Con una excepcional claridad política, el cine de Mendoza pone en tensión las ideas adquiridas de normalidad y anormalidad, tradición y transgresión.
Estás transgresiones de Mendoza nacen de una visión orgánica de la vida donde lo biológico y lo espiritual, lo material y lo místico están en igualdad de condiciones ante sus ojos humildes y maravillados.
Susan Sarandon
Nueva York años 70, ciudad de todos, donde todo sucedía y el mundo se reinventaba al límite. Ajena a la convencional idea de diva, Susan Sarandon, de manera auténtica y única, es una joven desprevenida interpretaba su primer papel en Joe y desde entonces proyectaba ya un alma provista de muchas vidas, trasegada en las pieles de otros, manteniendo esa misma mirada de joven sorprendida, que hoy sigue intacta, que nos mueve y conmueve todavía luego de haberla visto interpretar 114 roles en 81 largometrajes, 18 series de televisión, 7 cortometrajes y 8 telefilms, recorriendo todos los géneros dramáticos y haciendo gala de una poderosa presencia incluso con el solo uso de su voz en varias cintas de animación.
Ninguno de estos papeles ha sido interpretado a medias, generando una empatía total con los espectadores, mostrando diversidad de caminos y opciones de vida: “…tienes que ser consciente de lo que dice una película y de la responsabilidad de elegir tus trabajos”. Su capacidad de hacer reír, llorar y vivir la emocionalidad en un gesto eterno, representa el arte mismo. Un espíritu que vive en su total plenitud el significado de ser actriz. Ella conjuga todos los personajes que ha interpretado y a su vez, está compuesta de los cientos de mujeres que ha representado, condensando toda su humanidad.