La primera película de Juliana Rojas y Marcos Dutra explora desde distintas aristas el mundo del trabajo: una mujer alquila un local para poner un pequeño mercado, su marido acaba de sufrir un despido y empieza a buscar qué hacer, una empleada doméstica entra a trabajar en su casa. Pero no se trata de una película realista. Hay una extrañeza que flota en el aire y que hace pensar que detrás de la normalidad de este capitalismo precario en el que vivimos en América Latina se esconde algo primitivo, que nos llama y nos repele al mismo tiempo, que nos seduce y amenaza.

Es una película tensionante, rebosante de humor negro y extrañeza, donde ya se delinean algunos de los temas a los que Juliana Rojas ha regresado en sus otras películas: la tensión entre la civilización y lo salvaje, el absurdo que asecha tras la cotidianidad urbana y la pregunta por las relaciones entre los humanos y los otros seres con los que coexistimos en el mundo. Se trata de un debut controlado, extraño, hipnótico, más interesado en hacerse preguntas que en ofrecer respuestas.

Manuel Kalmanovitz