Hay muchas formas de hablar del oficio del cine haciendo, precisamente, una película. Erice escoge en Cerrar los ojos el lugar que en esa labor hay para la amistad. Durante el rodaje de una película, Julio Arenas, un célebre actor español, desaparece bajo la teoría policial de que fue un accidente en el mar. Miguel Garay, el director de la película y su amigo, después del trágico suceso, no llegan nunca a terminar el filme y su amigo nunca aparece.
Muchos años después, un programa televisivo de investigación quiere retomar el caso mostrando algunos apartes de la película que naufragó. Llaman a Miguel para una entrevista y este nuevo despertar de sucesos e imágenes, lo lleva a andar los caminos de la película que no fue, pero que, a su manera, sigue viva. Después de varios años de su último largometraje en solitario, Víctor Erice nos regala esta encrucijada dónde se topan la amistad, la memoria y el oficio. Una carta de amor al cine que es al mismo tiempo un encuentro con las formas de cercanía humana que permite y alimenta.

María Alejandra Buelvas