En el abigarrado y raído corazón de Medellín, en pleno centro de la ciudad más contada por el cine colombiano, se levanta La Estancia, una vieja casona habitada por hombres viejos y solos. Allí, camuflando con chistes y alcohol la desesperanza, Guillermo, Álvaro y Raúl viven su particular trío de amor y celos, vistiendo de desinhibida desvergüenza el implacable peso de la rutina y de la vida. Su némesis, Javier, reza a diario, horrorizado, tratando de exorcizar los demonios y el pecado que dominan una casa condenada a la desaparición y el olvido, como todos los que la habitan. Transitando el laberinto de habitaciones, vidas, historias y rutinas, no salimos nunca de la Estancia. Este filme documental nos deja solo, quizás y si acaso, la posibilidad de imaginar qué pasa por fuera de las habitaciones. ¿Existe el Medellín que hemos construido a través de otros relatos? ¿Existe o existió el pasado que estos hombres, tan cercano ya el final de su historia, se empeñan en contarnos? ¿Hay algo de real en las locas y divertidísimas historias de Guillermo, en la opulenta infancia de Álvaro, en los silencios de Raúl, en las cartas de amor que celosamente guarda Javier de todas aquellas mujeres para las que él no pasó de ser nunca el deseo plasmado en un papel? ¿Acaso La Estancia es ya, incluso en vida, una casa habitada por fantasmas?

Mónica Moya