Las islas Canarias se levantan sobre erupciones volcánicas más antiguas, miles de años más antiguas, que la historia de la humanidad misma. En sus tierras, áridas y rugosas, viven tres hermanas. En sus rostros, sus gestos, sus pasos y sus parcas palabras habita el mismo paisaje sosegado que cubre la isla hasta que el reparto de una herencia provoca entre ellas roces inesperados al tiempo que el volcán se despierta y estremece los cimientos de su casa y de sus vidas. ¿Acaso pasó? ¿Acaso es un macguffin? ¿Acaso importa? Con La hojarasca, Macu Machín escudriña muy de cerca, la intimidad y las grietas que se abren en los días remotos y solitarios de su madre y sus dos tías en una tierra seca y olvidada donde el claroscuro deja espacio para las ánimas y los fantasmas pasados y presentes. Donde la vejez y la mujer tienen, por momentos, el mismo ímpetu desgastado de la tierra que habitan: frágiles, vulnerables, complejas como la relación que las une. Complejas como el mágico relato que las retrata a través de una historia donde lo que es y lo que no es interpelan al espectador en una especie de viaje inesperado hacia la ficción o hacia lo documental, poco importa cuando lo que manda es la naturaleza, y el ciclo permanente, eterno y natural del amor fraternal… y de la vida.

Mónica Moya